Samba se me acercó un día y me pidió que escribiese su historia. Ninguna de mis dudas y vacilaciones le hizo desistir. Una semana tras otra, me fue relatando su vida, hasta que acepté convertirla en una novela. No podía negarme, tenia razón, había que hacerlo.
Me decidí un día en que, cargada con mis dudas y temores, inesperadamente escuché esta preciosa canción en lengua wólof, el idioma de la etnia de Samba. Me dije que escuchar és lo primero, luego hay que comprender y luego actuar. Me quedaba la tercera parte del proyecto y no era cuestión de dejar pasar el tiempo, arrinconé el miedo y dejé espacio para lo que estuviese por venir. Preparé mi mochila, calcé mis sandalias y me dispuse a viajar a Tambakunda, Senegal:
https://www.youtube.com/watch?v=HGBek8t3x5I
Tal vez si me hubiese parado a pensar, habría buscado la canción y habría visto que las imágenes no son de Senegal y que la cantante es malinesa, pero afortunadamente no lo hice y cuando descubrí que la canción no es en lengua wólof yo ya estaba de regreso con mi libreta abarrotada de notas y Samba ya tenia en la pantalla de su ordenador la foto de su abuela:
“¿Qué quieres que te traiga de tu país?”, le pregunté cuando estaba a punto de emprender el viaje. “¡Tráeme a mi abuela!”, respondió sin vacilar. Hacía unos cinco años que no la había visto y no tenía ni idea de si volvería a verla jamás, sin embargo la llamaba todas las semanas por teléfono y “lo seguiré haciendo hasta que se muera”, dijo, “solo porque se pone contenta al oír mi voz”.
14-03-2015:
Diario La Vanguardia, contraportada: LA CONTRA 14-03-2015 es